Hemos leído y escuchado opiniones de autoridades de la educación y legisladoras nacionales respecto a los comedores escolares. Se ha cuestionado sobre los costos, la eficiencia del servicio y la pertinencia del alcance a la totalidad de niños y niñas de las escuelas públicas del país.

En el período que no se dictaron clases presenciales las viandas aumentaron sus costos y no se llegó a cubrir a los 241.500 niños y niñas que utilizan el servicio regularmente. Certeros son esos datos, pero incompletos si no se enlaza la disminución de entrega de viandas con otros datos de la realidad: el surgimiento de acciones solidarias en los barrios, el desarrollo de las ollas populares, la vergüenza que algunas personas pueden sentir al verse en la necesidad de recibir ayuda.

Respecto a los altos costos y críticas al funcionamiento del servicio consideramos que son aspectos a mejorar.
Pero quisiéramos centrar el debate en el cometido de la Escuela Pública y la orientación de la política educativa. Como familias organizadas rechazamos enfáticamente los conceptos que refuercen la idea de una escuela para pobres, al decir “que coman en los comedores los que necesitan”. Aspiramos a un modelo de educación integral donde no cabe la idea del comedor como un servicio meramente asistencialista, donde algunos comerían su vianda casera y otros la que ofrecería el comedor. Recortar presupuesto y diferenciar a niños y niñas por su condición social y económica para ver quién come o quién no, está lejos de la revisión de políticas educativas de equidad que se pretende realizar.

Por otra parte, las escuelas con tiempo extendido o completo, incluido el espacio de comedor, ha permitido que niñas y niños accedan a propuestas educativas integrales. Al mismo tiempo, las familias ven ampliado su sistema de cuidados, lo que ha posibilitado que las mujeres particularmente, accedan a más horas de trabajo y no vean limitada su oferta laboral.

La escuela es el segundo ámbito de socialización después de la familia. En la escuela niños y niñas acceden a una alimentación balanceada, de alto valor nutritivo, pensada por nutricionistas. Para el niño, compartir un almuerzo o el desayuno es por sobre todo, un momento de encuentro, un hecho cotidiano que deviene en educativo. Niños y niñas comparten a diario con sus docentes formas de estar y aprender. Sentados alrededor de la mesa ejercen su derecho a una alimentación de calidad y aprenden del encuentro entre iguales. Porque la escuela es un espacio común que no discrimina condición social, económica, étnica, religiosa o de género.

Hay consenso de todos los actores del impacto negativo en la economía de los hogares producto de la emergencia sanitaria por la pandemia. Por tanto, evaluar la política educativa desde una perspectiva de reducción de presupuesto en alimentación es muy poco acertado.
Montevideo, 20 de junio de 2020.

2020-06-20 - Comunicado sobre posibles recortes del presupuesto en comedores escolares.pdf

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