Atte: Dr. Luis Lacalle Pou

Presidente de la República

Las familias Organizadas de la Escuela Pública queremos transmitirle nuestra enorme preocupación sobre la situación escolar actual y la necesidad impostergable de que la educación en nuestro país vuelva a ser presencial.

Las consecuencias que estamos advirtiendo en nuestra infancia ante el cierre de los centros educativos, han sido marcadas en incontables ocasiones por expertos en diversas áreas.

El GACH ha dicho que “la pérdida de presencialidad en la educación es una de las medidas cuyo daño es irreparable”.

En el informe Aristas del INEEd se plantea que “la pandemia por COVID-19 influyó negativamente en los logros del sistema educativo. A la luz de los resultados, si hubiera habido más días de clase presencial, sería razonable haber encontrado desempeños más altos entre los alumnos".

Recientemente el departamento de Neonatología del HC, Clínicas pediátricas A,B y C de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República y la Sociedad Uruguaya de Pediatría fueron contundentes respecto a la necesidad del retorno a la presencialidad y los efectos adversos en las infancias y adolescencias.

Sigue vigente la evidencia científica que dice que los niños contagian poco, y los cuadros en caso de contagio generalmente no son de gravedad. Pero la evidencia científica parece poca, cuando se trata de priorizar un sector que no compromete la economía del Uruguay de hoy. Es claro que las escuelas no sólo no son lo primero en abrir, sino que no se hizo nada por controlar la pandemia cerrando otros sectores para proteger ese espacio que tiene la infancia para formarse y aportar a la sociedad y la economía del Uruguay del mañana. Sr. Presidente, la infancia pide relevo. Somos conscientes de que existe una alta circulación comunitaria del virus, pero la infancia y la adolescencia no pueden seguir siendo la variable de ajuste en el control de la pandemia.

Sabemos la movilidad que genera la apertura de las escuelas, pero no es una solución justa que permanezcan cerradas. Y en los hechos, esa medida aislada no disminuyó los contagios. ¿Hasta cuándo? Y hasta cuándo también las inconsistencias entre las medidas que se disponen.

¿Cómo se determina cerrar la educación sin cerrar también otros sectores y ramas de la actividad para que la reducción de la movilidad tenga un impacto significativo y disminuyan los contagios?

Durante el 2020, escolares de 1° a 6° que asistían a la escuela pública común, fueron en promedio 63 días, cuando el año lectivo tiene 180 días aproximadamente. Si no hay medidas distintas, este año promete ser peor, menos días de presencia en la escuela, mayor rezago acumulado, mayor aumento de la brecha educativa, mayores consecuencias sociales.

De la planificación que las autoridades educativas realizaron a principios de 2021, hay muchos objetivos que no se han cumplido y tampoco se han puesto en marcha estrategias para alcanzarlos en el corto plazo. Al día de hoy, hay más de 140 mil escolares sin fecha de retorno, para muchos la alimentación escolar no está garantizada, sigue habiendo grupos numerosos (que deben dividirse para entrar en los salones con el distanciamiento exigido, lo que produce que los alumnos no puedan ir a la escuela todos los días), y los recursos humanos y económicos que garantizarían mínimas condiciones de salubridad son insuficientes.

La educación, como otros sectores, también necesita inversión para transitar la pandemia. Se necesitan recursos humanos para desdoblar grupos o cubrir rápidamente cuarentenas preventivas, locales alternativos para asegurar distanciamiento, analizar la ventilación de los ambientes escolares e implementar acciones de mejora.

Las familias Organizadas no solo traemos un reclamo desesperado al gobierno, para que ponga foco en la educación y las infancias, también buscamos brindar propuestas creativas que aporten soluciones de valor en este momento. Nuestra propuesta es adelantar las vacaciones de invierno y de primavera, dadas de forma conjunta para que cuando se retome, se vuelva con presencialidad plena en todos los niveles. Esta medida sería un aporte siempre y cuando el gobierno adoptara otras medidas para reducir la movilidad, y de esa forma disminuir los contagios. Y así, una vez que se realice la apertura se haga de forma plenamente presencial en todos los niveles, en lugar de hacer un regreso progresivo.

Estas cuestiones nos imaginamos nosotros cuando hablamos de poner a la infancia y a la adolescencia en el centro.

¿A qué se refieren desde el Gobierno cuando hablan de priorizar a los más vulnerables, de la situación que viven niñas, niños y adolescentes?

¿A qué se refieren cuando repiten que “la escuela es lo primero en abrir y lo último en cerrar”?

El momento de la infancia es ahora. La posibilidad de un mejor país mañana también.

Montevideo, 1 de Junio de 2021 Familias Organizadas de la Escuela Pública

2021-06-01 - Carta al presidente.pdf

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